viernes, 3 de octubre de 2008

EXIJAMOS SU RENUNCIA!!!


De: Ivan Graciano
Enviado el: Martes, 30 de Septiembre de 2008 09:19 a.m.
Para: SRI
Asunto: SALVADORENOS



Correo electronico de la Embajada de El Salvador en Washington, DC:

correo@elsalvador.org

Hagamos copy abajo de la linea y hagamos paste en otro correo
y enviemos esta informacion a todos sus contactos.
Abajo esta el reportaje de El Faro donde se publica la editorial.

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SALVADORENOS:

El articulo 218 de nuestra Constitución lo dice claramente en el titulo VII del Regimen Administrativo, Capitulo I del Servicio Civil:

Art. 218: Los funcionarios y empleados públicos estan al servicio del Estado y no de una fracción política determinada. No podran prevalecerse de sus cargos para hacer política partidista. El que lo haga será sancionado de conformidad con la ley.

Amigo y Hermano Salvadoreno: Unete a la gran cruzada nacional para exigir respeto a nuestra soberania nacional y a nuestra Constitución. Juntos exigamos la inmediata renuncia de la Canciller Marisol Argueta de Barillas por haber ofendido nuestra inteligencia y dignidad como salvadorenos con un claro insulto y bofetada a nuestra tierna democracia y soberania nacional.

EXIJAMOS SU RENUNCIA!!!!



Dos atentados a la democracia El Faro
cartas@elfaro.net
Publicada el 29 de septiembre de 2008 - El Faro


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Las declaraciones del presidente de la República en un evento con empresarios, y de la canciller en una gira por Washington, merecen una fuerte respuesta de todos aquellos interesados en preservar y consolidar la democracia.
El presidente pasó cuatro años despachando desde Casa Presidencial como presidente de ARENA, y ahora, sustituido por el candidato presidencial en la estructura arenera, ha convertido a las instituciones del Estado en casas de campaña de su partido.
Es inaceptable que un jefe de Estado se presente a un evento a pedir a los empresarios que instiguen temor en sus empleados para que no voten por un determinado partido político. Es inaceptable porque él, como la máxima autoridad electa democráticamente, debe ser el principal garante del respeto a las reglas elementales de la democracia y a la decisión soberana del pueblo. Es inaceptable porque él es el presidente de El Salvador, y no puede ni debe intervenir, desde su posición privilegiada, en el proceso electoral, como no sea para garantizar la legitimidad del proceso y el respeto a sus resultados.
Es inaceptable porque les está pidiendo a los empresarios que violen la ley y los está invitando a jugar sucio para evitar que un partido político, el suyo, pierda las próximas elecciones. Es inaceptable porque el FMLN, independientemente de su capacidad o no para convencer al electorado, es un partido político legalmente establecido; que como fruto de unos Acuerdos de Paz que son el hecho más importante de nuestra historia moderna acordó incorporarse al sistema democrático y con ello dejar la lucha armada; es inaceptable porque, entre otras causas, la guerra tuvo sus orígenes en la ausencia de principios democráticos y la imposibilidad de optar por el poder a través de la vía democrática. Y a eso, lo dijo todo El Salvador el 16 de enero de 1992, no queremos volver jamás.
La canciller de la República, Marisol Argueta, hizo lo propio en días pasados. Invitada por el tanque de pensamiento más influyente de los neoconservadores radicales, fue a advertir a Estados Unidos que la seguridad de ese país está en peligro si gana el FMLN, y a solicitarles que intervengan en nuestro proceso electoral.
Lamentablemente, Argueta decidió en pocos meses cambiar de tajo la actitud diplomática que le granjeó respeto y reconocimiento en la cancillería, para terminar convertida en una agente más de la campaña propagandística de ARENA.
Es paradójico que, mientras todos los políticos en Estados Unidos hacen campaña alejándose de las políticas de los neoconservadores que nos trajeron la guerra de Iraq y las torturas de Guantánamo, la canciller salvadoreña crea que juntarse con ellos es idóneo para la política exterior salvadoreña. Pero el discurso que ha llevado es grave porque es violatorio de nuestra soberanía nacional. La canciller, como funcionaria de gobierno, insulta al país que representa cuando invita a otra nación a intervenir directamente para pervertir nuestra democracia. Como si nuestro país fuera una provincia estadounidense, la máxima diplomática del país advirtió a Estados Unidos de los peligros de “perder” El Salvador.
La canciller ha echado por la borda, en pocos días, la carrera diplomática que tantos años le costó. Ha apelado a otra nación para evitar que aquí se respete la decisión libre de la ciudadanía. Y eso es una bofetada a la independencia, a la democracia, a la soberanía nacional, a los Acuerdos de Paz y a los ciudadanos que eligieron al mandatario que la nombró a ella representante de El Salvador ante la comunidad internacional.
La canciller aprovechó también su conferencia para atacar duramente a los países centroamericanos por sus relaciones con Venezuela y su incorporación al ALBA. Incluso dijo estar “decepcionada” de Honduras y alertó a Estados Unidos contra “los regímenes populistas” que, a su modo de ver, sólo pretenden dañar la imagen estadounidense.
Ahora nos preguntamos cómo esta funcionaria podrá ejercer de anfitriona, dentro de pocas semanas, de todos los mandatarios a los que acaba de insultar, en vísperas de la Cumbre Iberoamericana a celebrarse a finales de octubre en San Salvador. Y cuestionamos la conveniencia de que se mantenga en su cargo.
Como medio de comunicación, y como ciudadanos, hacemos un vehemente llamado a poner un alto a la corrupción del gobierno central (porque este tipo de declaraciones pretenden corromper al Estado poniéndolo al servicio de una campaña partidaria) y demandamos que los funcionarios, y quienes laboran en las instituciones del Estado, se dediquen en los meses que les quedan a cumplir con su trabajo y no a servir a otros intereses. La democracia no puede ser únicamente un buen sistema cuando gana un partido político, y merecedora de que se le viole cuando un opositor tiene perspectivas de ganar el poder. La democracia es una cuestión de principios, no de circunstancias.
Las elecciones, como requiere un sistema democrático, son libres. Estaremos alertas ante cualquier intento de atemorizar a los ciudadanos, ya sea desde las empresas o desde las instituciones del Estado. Las elecciones, en una democracia sólida, las ganan quienes presentan una oferta de gobierno más atractiva. No quienes instigan temores. Y los salvadoreños necesitamos una democracia sólida.

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“Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.” (Segunda declaración de la Habana)


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