martes, 5 de octubre de 2010

Ahora sí descansan en paz nueve mártires de los años 80´S


Homenaje a mártires de Arcatao, Chalatenango, asesinados en la década de los ochentas, durante la guerra civil en el país. Foto Diario Co Latino/Mabel Rivera

Noé Samael Rivera
Mabel Rivera
Redacción Diario Co Latino

No es un día cualquiera en Arcatao. No es un día cualquiera en toda la zona norte del departamento de Chalatenango. Con la tranquilidad de la noche y unas cuantas gotas de lluvia, provocadas por la Tormenta Tropical Nicole, reciben con cohetes, consignas y pancartas a nueve amigos, familiares y héroes.

No son cualquiera, son chalatecos que durante el conflicto armado que vivió El Salvador en los años 80´s y que se prolongó hasta 1992, se les arrebató la vida. Hoy han recorrido desde la cabecera departamental, pasando por varias comunidades sufridas durante la guerra, que cobró la vida de miles de salvadoreños y salvadoreñas. Han recorrido, Guarjila, San José las Flores y ahora les espera una multitud que les recibe emocionada.

En la entrada de Arcatao, en la frontera con Honduras, inició la peregrinación hasta el templo principal, donde se les ha rendido tributo. Miguel Serrano, ha cargado sobre sus hombros un la caja de madera, donde se encuentran los restos de Manuel de Jesús Serrano, miembro irremplazable de su familia.

Manuel, junto a otros más, fue asesinado en el caserío Cerrón Grande, Los Dubones y El Sitio de Arcatao. Un ambiente en el que se ha hecho memoria desde 1980, año en que se segó la vida de los ahora recordados. Los que les rinden tributos son ancianos, adultos, jóvenes y niños, de todas las generaciones, que recuerdan, no con odio; pero sí con deseos de que en el país exista una verdadera justicia por las víctimas.

Se realizó un viacrucis, como en la tradición católica que se recuerda el camino de Jesús al Calvario, camino de sufrimiento y dolor.

Hoy, se realizó para recordar el camino de los que también murieron en manos de despiadados. La misa que se realizó en nombre de los mártires que ofrendaron su “vida por un pueblo mejor, por un El Salvador donde no hayan más injusticias y desigualdad”, sirvió para presentarlos ante Dios.

Uno de los principales deseos de los familiares de los que ahora descansan en paz, en el parque memorial del municipio del norte de Chalatenango, es que exista reparación al daño, que, 30 años después, sigue causando dolor. Esta petición también ha sido abiertamente apoyada por la Procuraduría Para la Defensa de los Derechos Humanos, que ha dicho que las víctimas necesitan “verdad, justicia y reparación”.

La lucha por mantener presente la memoria histórica no es dejada de lado por los pueblos más sufridos durante la guerra.

Hoy, la madre sabrá dónde colocar flores a su hijo y junto a ella el resto de la familia también lo hará. Muchos otros aún no se sabe donde están, algunos quizá tengan la dicha de poder dar cristiana sepultura a sus amados, y otros quizá nunca lo hagan. Masacres como la de El Calabozo, Las Aradas en el río Sumpul, El Paisnal, El Mozote, entre otras aún esperan. Pero de lo que sí están seguros los familiares es que sus seres queridos son eminentes héroes y mártires de El Salvador.

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“Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.” (Segunda declaración de la Habana)


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