
Enviado por: Viene-el-Cambio en 19 Nov, 2008 - 12:56 Noticias
El 11 de noviembre de 1989, hace 19 años, desatamos la mayor ofensiva militar popular en la historia de nuestro país y, por primera vez en el continente, la guerrilla cercó militarmente la capital del país.Esta fue una demostración de un evidente poderío militar, capacidad política de coordinación de fuerzas y, fundamentalmente, comprobación que una solución militar a la guerra no era posible y que el proceso tenía, podía y debía desembocar en una negociación política.
Por Dagoberto Gutierrez
En esos momentos la correlación internacional nos era desfavorable pero estando la guerra enraizada en las condiciones históricas internas, la desventaja externa fue superada para que finalmente se abriera la negociación.
Ciertamente, los Acuerdos de Paz pusieron fin políticamente a la guerra; pero no solucionaron el conflicto y este, con su composición compleja, transcurrió por un diferente periodo histórico en el que ni hay paz ni hay guerra, pero existen expresiones de ambas en la realidad del país 20 años después.
Es importante, sin embargo, relacionar las condiciones internacionales del 89, con las actuales, para determinar las posibilidades con que cuenta el proceso político de liberación.
En 1989, se derrumbaba el socialismo real y la Unión Soviética estallaba en pedazos, Estados Unidos se convertía en regente del capitalismo global y dueño de las manijas militares, el neoliberalismo era el amo y señor de la teoría y de la practica y sus recetas eran, la primera y la última palabra para los gobiernos, el mercado era el rey y la reina y todo, pero todo, era convertido en mercancía para venderse y comprarse.
En Centro América, Estados Unidos invade Panamá y captura al general Manuel Antonio Noriega, en tanto que gobiernos neoliberales capturaban el poder en el continente.
En este mundo desfavorable, era evidente que la guerra perdía oxígeno para su continuación y que la negociación política era el camino, nuestra victoria consistió en entender y aplicar correctamente la dialéctica intensa entre la defensa y la renuncia de principios o criterios y en saber aplicar la danza armoniosa entre la confrontación y la concertación.
En este momento histórico nosotros entendimos muy bien que solo concerta el que confronta y que a su vez, esta confrontación (la guerra) podrá convertirse en concertación, siempre y cuando los objetivos políticos de la misma se mantengan a salvo y saludables en medio de los disparos.
Diecinueve años después, el entorno mundial aparece cabeza abajo o con los pies sobre la tierra y así, el neoliberalismo es derrotado teórica y prácticamente en sus renglones más determinantes: el papel del estado, el papel del mercado y la mercancía
El regente del capitalismo global está con su economía quebrada y en su desesperación los electores, tradicional-mente conservadores y racistas, eligen a un presidente negro en búsqueda de esperanzas de mejoramiento de su vida.
China y Rusia son los nuevos centros multilaterales del poder planetario y junto a Brasil, la India, Sur África, México, Indonesia, Australia, Egipto y Argentina en el grupo llamado G20 discutirán la crisis estadounidenses y sus impactos planetarios, mientras en América Latina nuevos procesos políticos han convertido a Sur América en un centro de poder multilateral que ofrece posibilidades de desconexión y de conexión dentro de un nuevo orden planetario.
Está sometida a discusión la institucionalidad internacional emanada de Bretton Wood y, en fin, estamos frente a un mundo diferente al de hace 19 años, pero que encuentra a nuestro país vulnerable, luego de desastrosos años neoliberales.
El entorno internacional diferente nos amenaza como país y de nuevo la dialéctica confrontación concertación se pone de manifiesto en el horno de la realidad porque, a diferencia del pasado, actualmente no hay una producción importante de pensamiento político ni de elaboración y nunca como hoy el pueblo necesita luchar para evitar que los más pobres paguen el costo de la crisis producida por los poderosos, hoy se plantea la concertación de los de abajo y la confrontación con los hambreadores de siempre y los que esperan lucrarse del desamparo social.
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