jueves, 11 de noviembre de 2010

“La ofensiva demostró a los contrarios que estaban ante un adversario todavía fuerte”: Óscar Miranda, ex Comandante Miguel Mendoza

Óscar Miranda, asesor del partido FMLN, quien participara en la ofensiva «hasta el Tope» en noviembre de 1989. Foto Diario Co Latino/Wilfredo Lara



Gabriela Castellón
Redacción Diario Co Latino

Óscar Miranda, que durante el conflicto armado se identificaba como Miguel   Mendoza e integró las filas del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), primer jefe del Destacamento Militar “Luis Adalberto Díaz”, habla ahora sobre la importancia que tiene cada 11 de noviembre. Hace énfasis en que los salvadoreños no debemos ser ‘desmemoriados’ y asegura que la ofensiva de 1989, Hasta el tope, fue el paso más importante y trascendental que permitió el paso del diálogo a la negociación. Y, claro, a la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992. 

-¿Qué significó la ofensiva de 1989?
Bueno, hubo dos grandes ofensivas por parte del FMLN, como movimiento político militar armado de aquel tiempo. Uno, la ofensiva del 11 de noviembre de 1989 y, dos, la del 11 del mismo mes de 1990. Esta última se menciona poco, pero fue muy importante. Pero, indudablemente, el hecho militar con mayor impacto, más conocido, es la del ‘89. Iniciaron los diálogos entre el Gobierno y el FMLN. Ya desde 1981 se venía hablando de diálogo, para superar el conflicto armado. Es en 1987 cuando surge con más fuerza, a raíz de acuerdos centroamericanos, la necesidad de dialogar y negociar la salida política al conflicto político-militar. 

- ¿Qué impacto tuvo la ofensiva?
Esta gran ofensiva generó la posibilidad de dar el paso del diálogo a la negociación. Es justo después que se establece la agenda a discutir. Más o menos en ese período es que se admite que las Naciones Unidas juegue un papel determinante para pasar a la negociación. Esta ofensiva les demostró a los contrarios que estaban ante un adversario todavía fuerte, robusto, con posibilidades de seguir peleando por muchos años. 

-¿Por qué fue necesario o importante que se formara este ejército guerrillero?
Porque, de otra manera, parar el autoritarismo y despotismo de los años ‘70, a la situación en que estamos, era imposible.  En 1970, ‘71, tenemos unas elecciones donde hubo fraude generalizado. En el ’77 otras elecciones con fraude, acompañado de una represión tremenda. Por eso decís: ¡cuántas víctimas y mártires ha dejado este período! Fueron  otro factor importante, a mi juicio, en el paso del diálogo a la negociación

-¿Cuál es el papel que jugaron estas víctimas y mártires?
Un papel de primer orden. Esta ofensiva nos debe recordar, precisamente, que fue ese período, con todos los acontecimientos, tanto militares como  políticos, que llevaron a todo mundo a llegar a la conclusión de pasar a la negociación. Las víctimas de la población, que no tenían nada que ver en el conflicto; los mártires, crearon una presión internacional y nacional, que nos obligó a negociar.

-¿Por qué fue necesaria una segunda ofensiva?
Estábamos en guerra. El modelo de negociación, que se estableció en El Salvador, fue un modelo propio y este era: no se entregan las armas, hasta que esté negociado todo; y hasta que todo esté establecido, para que ambas fuerzas podamos entregarlas. En ese sentido, no hubo cese de fuego para la negociación; sino que, producto de esa negociación, iba a haber cese. Entonces, estábamos negociando en guerra. Y en eso se fueron cumpliendo algunos acuerdos. Fundamentalmente el acuerdo de derecho humanos. Es decir, el derecho internacional humanitario y el respeto a los derechos humanos en el desarrollo del conflicto. 

-¿Esta segunda ofensiva fue para demostrar que estaban firmes?
Uno para plantarse firmes y, dos, para hacer avanzar la negociación. La negociación que se planta en firme, en la ofensiva del ‘89, había necesidad de hacerla avanzar. Y para eso fue la ofensiva de 1990. En términos militares, así lo consideramos los que anduvimos por parte de la guerrilla revolucionaria, fue un hecho militar muy exitoso.

-¿Esta ofensiva funcionó para hacer ceder más del otro lado?
Para afianzar lo alcanzado y hacer avanzar. Para esta segunda ofensiva, San Salvador era una dirección militar secundaria, pero había otras como Chalatenango, Usulután, San Miguel, Zacatecoluca; y siempre la Panamericana y la Litoral. Para la Fuerza Armada de El Salvador, su aviación, su fuerza aérea siempre fue el bastión militar, quizás, más importante. Y, por primera vez, bueno ya había habido derribo de aviones anteriormente; pero, por primera vez, en cosa de pocos días el FMLN derriba un avión A37, en Usulután; un C47, en Chalatenango; y, si mal no recuerdo, cuatro helicópteros en ese mismo período. Eso, en términos militares, juega un papel muy importante. Así como en el ‘89 se demuestra que el movimiento insurgente es un movimiento fuerte, en el ‘90 se les dice: ‘no, miren, no sólo somos fuertes. Seguimos siendo fuertes. Tan fuertes que hemos golpeado, de manera decisiva, a la fuerza más importante de la Fuerza Armada’.

-Usted combatió en ambas ofensivas…
Yo, junto con otros compañeros, como el comandante Camilo Turcios, que murió  en combate; el comandante Rogelio Martínez, que es el Ministro de Seguridad Pública, Manuel Melgar; y junto con el Comandante Luis Corvera, que es diputado, estuvimos dirigiendo la dirección que operó sobre Soyapango. Teníamos desde el extremo más occidental de Soyapango, hasta Unicentro. 

-¿En ambas ofensivas?
En la ofensiva del ‘89. En la del ‘90 las fuerzas que dirigíamos, con Camilo Turcios, Luis Corvera y yo, operamos junto con otras fuerzas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que estaban dirigidas por Eleno Castro. Nosotros dirigíamos la agrupación del PRTC. 

- ¿Hubo algún fortalecimiento del PRTC durante ese período?
Las cinco fuerzas del FMLN, así como nos desgastábamos, nos íbamos fortaleciendo. En doce años, de una guerra, es impresionante. Yo te digo, hubo un comunicado de la comandancia general del FMLN, en el cual, después de la ofensiva del ’89, habla de nueve comandantes guerrilleros muertos. Y saca un listado donde logra precisar los nombres y seudónimos de más de 400 compañeros guerrilleros. 

-¿Cómo se vivió en los campamentos este proceso de negociación al diálogo, y la presión de la ofensiva?
Al principio fue un poco difícil. Entender cómo es esto, cómo es que vamos a negociar; y no fue fácil. Había, incluso, compañeros comandantes, compañeros de dirección, que tenían duda de si debíamos o no negociar. Pero, en ese sentido la comandancia general del FMLN tuvo a bien impulsar una campaña y un proceso de discusión con los diferentes jefes, para que ellos pudieran hablar con los compatriotas. Un paso de esa magnitud, pasar de la guerra a la paz, del diálogo a la negociación, son pasos difíciles y requieren mucho entendimiento, convencimiento. Hubo momentos difíciles, pero esa discusión amplia e importante fue la que nos permitió dar el paso. 

-¿Me podría contar alguna anécdota de los campamentos? Del día previo a la ofensiva, por ejemplo.
Sólo imaginate que hubo fuerzas que llegaron desde Morazán, fuerzas que operaron sobre Zacamil; las fuerzas que operaron sobre la Escalón y sobre Santa Elena y Santa Tecla, ¡venían desde Chalate!

-¿Y cómo hicieron para movilizarse?
Se movieron con mucho tiempo. Y la gente estaba tan convencida de que había que hacerlo, que a pesar de que nos movilizamos miles, porque éramos miles, se movilizaron desde los frentes de guerra hacia San Salvador; se movilizaron, también, miles desde los barrios y desde la colonias, hacia las fuerzas milicianas. No hubo secreto. A lo mejor la Fuerza Armada se enteró, pero en términos estratégicos hubo sorpresa. Cuando ellos sintieron, estaban ante una ofensiva de grandes magnitudes. Con logística la fuimos moviendo. Lo planificamos bastante tiempo. 

-¿Cuánto tiempo les tomó?
Al rededor de unos dos años.  Sabíamos que, necesariamente, para mover la correlación, para poder negociar con suficiente fuerza, había necesidad de hacer un esfuerzo de gran magnitud.

-¿Cómo respondieron en los campamentos, cuando se dieron cuenta de que la ofensiva sí había funcionado. O, al menos, significaba el paso para la negociación?
Te quiero ser muy franco. Los primero días, yo me atrevo a decir que los primeros dos meses, después de la ofensiva de noviembre del ‘89, fueron momentos difíciles. Porque nos tensionamos al máximo. Por eso el nombre de la ofensiva es “Hasta el Tope”. Nos tensionamos al máximo. Cuando eso pasa, siempre andamos buscando el máximo de los resultados y querés los resultados ya. Nosotros queríamos una victoria militar ¡ya! O una negociación inmediata. Pero la realidad nos dijo que requeríamos tiempo. Nos costó, cuando empezamos a ver los muertos que teníamos, la cantidad de compañeros que habíamos perdido. Pero, después, nos empezamos a dar cuenta de que la coyuntura había cambiado. La coyuntura internacional y nacional cambiaron. El Gobierno estaba en una situación crítica. Políticamente compleja, difícil; y, nosotros, abanderando la negociación, estábamos en un momento muy favorable. Pero nos costó entender.

-¿Qué significó la ofensiva para el proceso de paz?
La ofensiva del ’89 significó que El Salvador pasó de dialogar a negociar de verdad. 
Se abrió la posibilidad de que, aquello que tanto habíamos ansiado nosotros, y otros desde 1981 y desde antes, de que lo conflictos políticos, económicos y sociales, se resolvieran por la vía de la discusión política.
 
- ¿Y con la ofensiva de 1990?
La negociación tomó un rumbo adecuado. 
Tomó raíces fuertes. Raíces ya imposibles de arrancar. Yo hablo de las dos, porque a mí me parece justo y esta se conoce poco, porque se libró más que todo en las cabeceras departamentales y en puntos más rurales. Pero, militarmente, tuvo mayor impacto.

- ¿Por qué cree que la población debe recordar esta fecha?
Yo creo que nuestra población, y nosotros, debemos recordar el 11 de noviembre no para repetirlo, sino para decirnos a nosotros que no es necesario un nuevo 11 de noviembre, ni del ‘89 ni del ‘90. Sobre todo hoy, que estamos tratando de impulsar un nuevo país. 
Busquemos hoy, sin necesidad de llegar a la confrontación militar o social, la salida política. Busquémosle a los conflictos sociales, económicos y políticos la solución del consenso.

- Usted me habla de la concepción de un nuevo país, ¿cuál cree que debe ser la actitud de hombres, mujeres y jóvenes en este tiempo?
Lo primero que me parece importante es no ser ‘desmemoriado’. Nosotros debemos tener una memoria robusta sobre nosotros mismos. Una memoria capaz de recordar, capaz de conmemorar. Conmemorar, para mí, es hacer memoria en conjunto. Deberíamos hacer memoria en conjunto. Luego, rescatar la memoria de los hechos; buscar la participación, yo no estoy diciendo que se metan todos a ser diputados o alcaldes, pero buscar la participación política a nuestro nivel. Ya sea votando, en la colonia, etcétera; y, finalmente, quiero recordar una frase que dijo Monseñor Romero, allá a finales de los ‘70: lo que tenemos que hacer es que cada ciudadano de lo mejor de sí mismo en la actividad que le toca desempeñar.
 De manera tal que evitemos llegar a los conflictos sociales, económicos y políticos que tuvimos antes. 
Y encontremos solución a estos conflictos, pero por la vía de la discusión, del diálogo; por la vía de la negociación y del entendimiento.

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