viernes, 12 de noviembre de 2010

Herencia económica y social de la oligarquía, aún hace estragos en todo el pueblo salvadoreño


Existe un refrán popular que dice “después de la guerra todos somos generales”, pero después del triunfo electoral del FMLN, nadie acertó acerca de cuál sería el giro que debía tomar la política económica en El Salvador. Sin embargo, puede percibirse que las esperanzas del pueblo han ido desvaneciéndose y cayendo en un nivel de segundo orden, anteponiéndose, en ciertas circunstancias, medidas aprobadas que favorecen más a las derechas tradicionales y en detrimento del pueblo, derechas que se han visto apoyadas por votaciones basadas en la correlación de fuerzas que todavía hay en la Asamblea Legislativa.

No cabe duda que las desastrosas administraciones del instrumento político de la oligarquía, el Partido ARENA, durante los veinte años pasados, por más que traten de ocultarlo o maquillarlo, han dejado una huella muy profunda en el campo político, social y económico, efectos que están siendo sentidos por una buena parte del pueblo, a pesar de las millonarias inversiones que ese partido hizo y sigue haciendo en el aparato propagandístico nacional.

El problema más relevante que destaca la prensa es, en primer término, la delincuencia, poniendo a las maras como el motor delictivo más importante; por otro lado, destaca la incapacidad del gobierno de Funes, las fallas en las estrategias de combate a la delincuencia y los hasta ahora magros logros obtenidos para detener la escalada de criminalidad. Con ese análisis mediático, a toda luz superficial y tendencioso, estas organizaciones delictivas aparecen en la mente de las personas como estructuras invencibles, a las que la población tiene que acomodarse porque, según la prensa, dejan entrever que tienen "capacidad de maniobra, territorialidad y hasta fuerza para parar las actividades económicas del país".

Sería un error más desestimar la capacidad y la ferocidad de estas organizaciones para devolver cada golpe que se les ha dado, pero cuando se realizan operativos para capturar a miembros de estas bandas delincuenciales, resulta curioso que al ver las fotografías de las casas en las que viven, saltan a la vista situaciones habitacionales extremadamente precarias de estas personas, entonces no logramos explicarnos cómo es que esta gente, que vive en condiciones tan deplorables, muestre en algunas de sus acciones una sorprendente capacidad logística en cuanto a armas (muchas de uso privativo de la Fuerza Armada), transportación, precisión para moverse en el terreno, posesión de materiales diversos (bolsas o materiales plástico para transportar cadáveres y otros). Nadie sabe de dónde proviene ese evidente apoyo, y si esto fuera así, es lógico que falten investigaciones más exhaustivas en algunos aspectos.

Los medios de propagandísticos masivos (prensa) parecen estar más interesados en resaltar una escalofriante y permanente medición estadística de muerte en donde el producto evaluado no es ni más ni menos que vidas humanas: cuantos más o cuantos menos cada día, cada mes y cada año, y esos datos sirven para reforzar ideas, al cual más disparatadas. Estos mecanismos de opinión se utilizan, por ejemplo, en el campo de las inversiones económicas: las derechas publicitan, comentan y le dan una gran relevancia al supuesto que la inversión nacional o internacional se resiste a venir a El Salvador, debido a los altos índices de delincuencia, cuando en realidad el interés del inversionista siempre está en relación directa con la capacidad local de la Demanda Efectiva que tiene una determinada nación.





Esta mentira esgrimida por "prominentes políticos" como Alfredo Cristiani, han llegado al colmo del entuerto, afirmando que “solo un loco puede invertir en nuestro país”. La violencia que persiste en el país no es obra del gobierno en turno, simplemente son efectos de los desaciertos de los gobiernos anteriores, de su corrupción y de sus medidas económicas neoliberales en la conducción de las políticas económicas para detener el avance de los círculos de pobreza que han venido creciendo vertiginosamente en los últimos años, de la desintegración familiar por efectos migratorios, del abandono de la productividad de país, agravada indudablemente por la crisis económica mundial de los años más recientes.

Nadie comenta ni reclama con fuerza suficiente, ni las derechas ni las izquierdas, sobre el grave daño que causó y está causando la dolarización al país, el abandono de la agricultura y de otros sectores productivos, el desmantelamiento de la infraestructura de almacenamiento denominada IRA sin la que no es posible ni siquiera planificar un plan para contar con una reserva estratégica de alimentos para el pueblo. Tampoco se habla ni se hace nada en contra de la usura, la falta de control y la especulación permanente que mantienen los importadores de granos básicos sin importarles seguir explotando a los pobres. Y qué decir de la casi perpetua situación deficitaria en la Balanza Comercial Externa, en la Balanza de Pagos, en los Gastos de Consumo Nacional más elevados que el Producto Interno Bruto, en la apertura a la Inversión Externa a través de los Tratados de Libre Comercio, en la que los inversionistas sacan más dinero de lo que invierten en el país (fuga de capitales). Dentro de la lógica del capital cuya meta es la ganancia a través de la acumulación, lo que hemos construido es un país sin viabilidad.

La prosperidad local no se genera por meros deseos, en las relaciones de producción de una determinada sociedad capitalista, sólamente la clase trabajadora es la creadora de riqueza, a través del trabajo y el plus trabajo. Pero en un país en donde el tejido productivo se encuentra prácticamente desmantelado, todos se quedan sin oportunidades, es decir, patrones y trabajadores. Luego, la búsqueda de ingresos por parte de algunos segmentos poblacionales, toma el rumbo de la especulación, que según opiniones de algunos economistas al abusarse de esta situación, se contribuye a la generación de endeudamientos más altos.

Listos compañeros, los años venideros serán más duros, habrá que pagar fideicomisos, intereses sobre préstamos internacionales, redenciones de Letras del Tesoro que se vencen, enfrentamiento de nuevos endeudamientos, indemnizaciones por las minerías (Pacific Ring) y otros factores que se convertirán en verdaderas calamidades para una economía estancada, Esta es la herencia de los gobiernos de ARENA, quienes ahora buscan, con desesperación, culpables.

Desde MPTIES hacemos un llamado a la reflexión y al fortalecimiento de la conciencia revolucionaria y la lucha de clases. Hay acciones organizativas que pueden revocar medidas antipopulares, las cuales fueron tomadas en los años de desgobierno arenero, pero es urgente accionar hoy.

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“Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.” (Segunda declaración de la Habana)


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