
Por Saraí Díaz
SAN SALVADOR. El primer mensaje a la nación del presidente Mauricio Funes, el pasado 1 de junio, causó agrias recriminaciones en las filas del partido de oposición,
En su alocución, que duró más de 40 minutos, el presidente Funes afirmó que no será complaciente con la corrupción, no temerá y no será cómplice del crimen organizado como lo fue Arena durante los 20 años que duró su gestión, una crítica reiterada en su discurso que dejó incómodos a los funcionarios de Arena, que asistieron a la ceremonia con la que se despedían de 20 años de ejercer el poder.
Federico Colorado, presidente de
Los empresarios le dieron el beneficio de la duda al mandatario, y se mostraron receptivos de coordinar esfuerzos conjuntos con el gobierno. Mario Magaña, director de asuntos sociales y económicos de
Para Ricardo Perdomo, analista y economista, “las grandes líneas del mensaje del presidente tocan las áreas que se deben atender para lograr sacar al país de esta crisis”, por lo tanto considera viable las labores que se iniciará la gestión de Funes.
Sin embargo, otros analistas interpretaron el discurso como el precedente para que el gobierno no logre un trabajo armonioso con la oposición. Joaquín Samayoa lo consideró divisivo y poco propicio para los acercamientos de ambas partes. “Termina siendo un discurso divisivo, eso ha roto la armonía y ha puesto un clima poco propicio para los acercamientos”, dijo Samayoa, al matutino El Diario de Hoy.
Paolo Lüers, por su lado, sostiene que con el tono utilizado por el presidente logrará que Arena esté más firme y poco colaboradora.
Lo que Samayoa y Lüers consideran que fue imprudente de parte de Funes son sus declaraciones a la luz pública sobre la tolerancia a la corrupción. El mandatario fue claro en este sentido y recalcó la necesidad de que la nueva gestión debe “evitar el error. No hacer lo que algunos ya hicieron mal en este país: gobernar para pocos”.
No obstante, se sabe que las relaciones entre cualquier gobierno no siempre son armoniosas con la oposición, y más bien siempre hay puntos de tensión en los que los intereses del gobierno van en sentido contrario a los intereses de la oposición. Pero eso es normal, y no necesariamente implica lucha campal. De allí que extraña el énfasis de los analistas –aunque ya es habitual en el caso de Lüers— en desacreditar a Funes por algo que, por lo demás, es ya aceptado por la vox populi: Arena gobernó para unos pocos, en detrimento de las mayorías del país.
Funes también hizo hincapié en las finanzas maltrechas que hereda de Saca, algo que tampoco cayó en gracia a la derecha. Pero el economista Luis Membreño dijo en un programa radial que el Presidente tenía todo el derecho de informar a la nación sobre cómo recibe al país, en aras de transparentar la cosa pública.
El ex ministro de Seguridad Pública y Justicia, René Figueroa, dijo que “si hay alguna prueba de todo lo que (Funes) mencionó que las lleve al tribunal, porque no puede estar haciendo solo juicios”. Gloria Salguero Gross se manifestó en contra de las “difamaciones”, como define las palabras de Funes la ex comisionada de gobernabilidad.
Fidel Castro regañó a Funes
En el artículo “Los aplausos y los silencios” publicado en el periódico cubano Granma el pasado 2 de junio, Fidel Castro reprochó a Funes porque éste, en su discurso del traspaso de mando, saludó a Hillary Clinton antes que a Inácio Lula da Silva.
Además al mandatario cubano le desagradó que los aplausos de júbilo que siguieron al anuncio de Funes de que El Salvador reanudaría las relaciones diplomáticas con Cuba fueran interrumpidos para mencionar a Estados Unidos. “El orador, sin concluir todavía el prolongado aplauso a Cuba —que tal vez lastimaría a la señora Clinton—, tomó la palabra y mencionó de nuevo a Estados Unidos, con la mejor intención del mundo”, así declara Fidel en su artículo.
Fidel sostiene que los aplausos y los silencios también hablan y que era notorio el descontento con Estados Unidos, porque al ser mencionado era poco ovacionado por los asistentes al traspaso de mando. En cambio al hablar de Cuba o cuando se mencionó el nombre del arzobispo Oscar Arnulfo Romero el momento fue “culminante y muy aplaudido”, puntualizó Castro.
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