El Salvador: el vuelco histórico
Enviado por: Viene-el-Cambio en 31 May, 2009 - 03:46 Noticias Cambio histórico por primera vez en El Salvador; derecha entronará a la izquierda en su propio sistema
SAN SALVADOR - Cuando el 1 de junio el presidente Antonio Saca se despoje la banda presidencial que ha poseído durante los últimos cinco años y se la coloque a Mauricio Funes, triunfador en los comicios del 15 de marzo pasado, El Salvador protagonizará un giro sin precedentes históricos. Se trata de la primera sucesión presidencial, en toda la vida republicana, en que la derecha le entrega el gobierno a la izquierda local. Pero no se trata de una izquierda cualquiera, sino de la exguerrilla radical que se aglutina en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Por Juan José Dalton
El FMLN participó y fracasó en tres ocasiones consecutivas desde que en 1992 firmó la paz, entregó las armas y se convirtió en partido político, cuyas alianzas políticas internacionales han sido fundamentalmente Cuba y Venezuela, a tal grado que algunos de sus líderes y funcionarios públicos visten atuendos y portan insignias de las revoluciones cubana y venezolana.
En las últimas horas, para felicidad de los "efemelenistas" y para hacer "rabiar" a una de las derechas más conservadoras de Latinoamérica, como se considera a la salvadoreña, el FMLN anunció que el gobierno de Funes normalizaría e incrementaría sus relaciones con Venezuela, y que reabriría las relaciones diplomáticas con Cuba.
No obstante, Funes en su campaña electoral se mostró más cercano a proyectos políticos moderados de izquierda como los de Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, o el de Michele Bachellet. "Tenemos que llegar al momento en que los empresarios le pierdan el miedo a la izquierda y que la izquierda le pierda el miedo a los empresarios", repitió Funes en varias ocasiones.
Más allá de los cálculos políticos, la situación económica y social es grave. Antes de las elecciones el gobierno de Saca aseguraba que la economía estaba fuerte; hoy el mundo parece haber dado una vuelta al revés y, por ejemplo, el déficit fiscal ya no es de aproximadamente de 300 millones de dólares, sino de 1.200 millones de dólares.
"Las arcas del Estado están vacías", confirmó un miembro del gabinete del área social en el gobierno de Funes, mientras el futuro ministro de Economía, Héctor Dada Hirezi, señaló que el temor es que cuando se llegue a cada una de las instancias del Ejecutivo, se descubra que el faltante es aún mayor.
Funes está convencido que para hacer llegar más fondos al Estado habrá que llegar a un Pacto Fiscal que permita ser efectivos en el combate a la evasión fiscal y al contrabando. El concepto es "cerrar" todos los hoyos en las arcas públicas.
"Esto no es socialismo, es más democracia", aseveró el coordinador del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Medardo González, al opinar sobre el cambio que atravesará El Salvador en los próximos cinco años, al responder indirectamente a los movimientos de izquierda que han criticado la composición del gabinete de gobierno de Funes, en el que comparten responsabilidades empresarios, profesionales y políticos izquierdistas.
El "cambio" prometido por Funes tiene un asombroso respaldo popular e internacional. Las expectativas son muchas y con justa razón se quiere ver cómo gobierno una izquierda que toda su vida a estado en la oposición.
El respaldo a Funes supera el 80 por ciento en diferentes encuestas.
La expectativa internacional no se deja esperar: más de 18 residentes y jefes de Estado serán testigos del traspaso de poderes, que tendrá su broche final en gran fiesta popular el estadio de fútbol.
Los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela; Lula, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador y Evo Morales, de Bolivia, entre otros, saludarán a los salvadoreños en el evento.
El nuevo gobierno salvadoreño tiene ante si grandes retos: vencer la violencia que coloca a El Salvador como la nación más peligrosa de Latinoamérica, así como vencer a la endémica pobreza en la que están sumergidos caso el 60 por ciento de los 5,7 millones de habitantes de este convulsionado país que, irónicamente, se llama El Salvador.
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