La Universidad no es una empresa
Willian E. Marroquín (*)
La ciencia avanza por las personas no por los edificios
SAN SALVADOR - La Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NSF), fundada en 1950, cumplirá 60 años de existencia en el 2010. Desde su creación ha mantenido su misión sin cambio alguno: “Promover el progreso de la ciencia; avanzar la salud, la prosperidad y el bienestar de la nación; asegurar la defensa de la nación”. Lo único que cambia en la NSF desde esa fecha al presente es su visión y plan estratégico que se actualizan periódicamente.
La NSF bajo el lema de “Ciencia, la frontera sin límites” se ha ido adaptando al ritmo de los avances en las ciencias e ingeniería. La penúltima visión (del año 2000) consistía en “Apoyar a la gente y sus ideas brindándoles las herramientas que necesitan para desarrollarlas” y, la más reciente (Plan 2006-2011) se define como “Avanzar en el descubrimiento, innovación y educación más allá de las fronteras del conocimiento actual, y empoderar a las generaciones futuras en los campos de las ciencias e ingenierías”.
Lo que quiero resaltar de esta misión y visiones, además de su simpleza, es su enfoque centrado en las personas y sus ideas. Las ideas de investigadores de las universidades son apoyadas por la NSF a través de “Grants” que se utilizan para la formación de estudiantes de doctorado y maestría y para la adquisición de instrumentos de laboratorio que se utilizan para el desarrollo de la ideas. Luego estos resultados son patentados o transferidos al sector industrial a través de los sistemas de innovación. Es la gente la que decide qué equipos de laboratorio adquirir de acuerdo a los objetivos de sus investigaciones.
Cualquier plan de desarrollo científico de un país parte primero de la educación (formación) de su recurso humano, la infraestructura científica (por ejemplo, laboratorios de investigación y desarrollo) sigue después. La educación abarca no solo la formación de científicos e ingenieros de clase mundial sino la alfabetización en ciencia y tecnología de la población en general.
En nuestro país se hacen las cosas al revés, primero se construye el edificio y los laboratorios y luego se piensa en las personas. Ejemplos de esto abundan, primero se construyen los Megatec y sus especialidades y luego pensamos en los profesores y sus alumnos (¡Ojalá nos vaya bien!), se construye el puerto de la Unión y luego hay que concesionarlo porque no tenemos capacidad de manejarlo, se construyen hospitales y no tenemos médicos, etc. En el fondo el problema es que el desarrollo de la ciencia se confunde con la administración de una empresa.
Quizá desde un punto de vista administrativo esta forma de proceder tiene sentido ya que los activos de capital se pueden plasmar en las cuentas contables; sin embargo, el conocimiento humano no se puede registrar al estilo administrativo. La inversión en la gente muchas veces se piensa como un gasto, como un intangible que pertenece a la persona y que no pertenece a la empresa.
En nuestras universidades, sin excepción, es más fácil construir un edificio que pagar la formación de un grupo de estudiantes a nivel de doctorado, para esto nunca hay fondos. Si no fuera por las becas otorgadas por países amigos no tendríamos personal con maestrías y doctorados en las universidades. Caminamos un poco sin rumbo, pensando que la cooperación internacional será suficiente para sacarnos del subdesarrollo.
Lo primero que hay que cambiar es entender que la Universidad no es una empresa, en el sentido tradicional. En una empresa normal el conocimiento se compra de diferentes maneras: como inmovilizado material (maquinaria), como inmovilizado inmaterial (patente, licencia, marca) y a través de resultados de investigación y desarrollo (esto en las empresas de países desarrollados). En las Universidades esto no aplica, aquí el conocimiento se adquiere a través de la educación y formación del recurso humano en todos los niveles, esto implica que hay que invertir en las personas. En las empresas lo más importante es la rentabilidad, en las universidades es el conocimiento de su profesorado, aquí aplica el dicho modificado: “Dime cuántos doctores tienes y te diré quién eres”.
La ciencia crece a pasos grandes día a día y ya no hay tiempo para retrasar la formación de recursos humanos a nivel de doctorado. Esto es más barato y productivo a mediano plazo que construir obras monumentales. Por el momento basta con la infraestructura científica y tecnológica que ya tenemos, pero la formación de doctores ya no se debe postergar.
(*) Académico y colaborador de ContraPunto
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