viernes, 27 de marzo de 2009

Mi santo, mi pastor, mi amigo...




En la conmemoración numero veintinueve de su deceso, le quiero comentar, mi querido pastor, que el entorno político de la nación está marcado por la Esperanza. Por fin ganamos, mi entrañable pastor y amigo!

Durante todo este tiempo previo al 15 de Marzo, nos preguntábamos la razón por la cual no llegaban nuestras plegarias que le hacíamos al Creador. Como usted sabrá, fueron muchas y, sobre todo, muy frecuentes!

Pero no sólo pedíamos por nuestra maltrecha situación económica, política y social, mí querido amigo. También pedíamos y seguimos pidiendo por la llegada de la Justicia a este país.

Justicia que debería verse reflejada por el esclarecimiento de muchos horrendos crímenes, como el magnicidio que lo llevó a usted a las manos del Señor.

El pueblo entendió, al fin, mi pastor, y le dio su merecido castigo al nefasto partido que fue creado por ese oscuro y malévolo personaje, que sabemos que en estos momentos se está friendo en el chimbolero.

Hemos escuchado, mi querido amigo, que el presidente electo gobernará bajo la sombra de tu ejemplo y palabra. Si eso fuese así, nos esperan tiempos de mucha Solidaridad y Esperanza, en estos difíciles momentos que se avecinan.

Sabemos que su guía, mi pastor, será la luz que lleve a este pueblo y a este gobierno a no plegarse ante nadie. Como pueblo, todos juntos debemos definir nuestro Norte y este debería ser nuestra propia autodeterminación, de la cual deberíamos ser todos responsables de edificar y de mantener.

Así pues, mi Santo, el tiempo de Cambio recién inicia, y sabemos que será complicado este transitar. Tus enseñanzas, mi Santo, deberán iluminarnos en todos esos días de oscuridad que nos esperan.

La certeza de lo anterior la tenemos al escuchar muchos de los mensajes que usted nos dejó, sabemos que son más vigentes que nunca y que deberán ser nuestros acompañantes perpetuos.

Se le recuerda y se le quiere, mi Santo. Que nuestro Dios en su Gloria lo tenga.




Le digo hasta pronto, mi gran San Romero de América!

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“Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.” (Segunda declaración de la Habana)


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NACE LA ESPERANZA, VIENE EL CAMBIO